miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mesón Mariano, Málaga, mi Proust particular.

Paseando por Málaga, ya sabemos del pescaíto, del boquerón y de la gamba. Optamos esta vez por la alcachofa (palabra poética donde las haya) y nos acercamos al Mesón Mariano. Cuando llegamos, sábado a mediodía, estaba a tope, pero Mariano, que está al pie del cañón (ya me decía mi padre que un negocio sólo funciona si el dueño trabaja como el que más) nos invita a quedarnos tomando algo en la barra mientras se vacía alguna mesa. Vinito entoces, de la tierra, Pernales, un syrah con potencia y ligereza, dos cualidades que me gustan en un vino y que rara vez consiguen coincidir. De aperitivo, claro, unas alcachofas. Como las preparan de diversas formas, nos da a probar unas que ha hecho ese día. Al comerla me sabe a... berenjenas de Almagro. Las han aliñado exactamente igual y el resultado es extraordinario, como las berenjenas, pero con el dulzor sutil de la alcachofa. Una delicia. Y, como el tiempo de espera se alarga ("¡no hay quien les eche, de aquí no se va nadie!", bromea Mariano), nos tomamos otro vino y esta vez, de aperitivo, unas croquetas de puchero que saben a gloria, sí, sí, de esas que se parecen a las de las madres, bueno, a las de las madres que, como la mía, hacen las mejores croquetas.


 Cuando, por fin pasamos a comer, seguimos con las alcachofas. Esta vez confitadas en aceite y con jamón ibérico. Un lujo de suavidad y sabor.
Seguimos con unas pochas con almejas, de sabor casero, bien cocidas y delicadas al paladar.

















Las berenjenas fritas con miel son también un clásico. Creo que han sido las mejores que he probado, crujientes y tiernas, con un ligero toque (no embadurnadas) de miel de caña. Verdaderamente exquisitas.

 No suelo pedir rosada porque mi padre la preparaba de manera suculenta y  no la he vuelto a comer tan rica. Pero, como todo parecía presagiar el milagro, esta vez me atreví... y di en el clavo. El pescado jugoso y bien frito llevaba un rebozado ligero  y sabroso, estaba muy bien adobada, sin exceso de acidez pero con potencia de sabor.

Y de postre, un clásico con el que, de nuevo, pocas veces me arriesgo: leche frita. Otro acierto. Este postre, de los pocos dulces que hacía mi yaya, como la magdalena de Proust, me traslada a las semanas santas de mi infancia. Esta vez la evocación fue suculenta, una leche cremosa, bien rebozada y crujiente. De hecho, con el disfrute, casi se me olvida hacer la foto, menos mal que me di cuenta cuando aún quedaba un trocito...

Podría decir que esta comida me reconcilió con sabores antiguos, con gustos familiares, con lo casero, porque había buena cocina sobre la mesa, platos tratados con respeto y cariño, sin sorpresas decepcionantes. Me quedo con ganas de volver para probar otras propuestas de alcachofas, fritas, rebozadas...

El precio oscila alrededor de los 25 euros por persona.



Las paredes del Mesón Mariano están llenas de fotos del dueño con famosos y famosas de todo tipo, desde Joaquín Sabina a Enrique Morente, Chiquito de la Calzada, María Adánez o Tristán Ulloa.
Yo no quise ser menos, así que, aquí me tenéis inmortalizada junto al gran Mariano, mi Proust particular.


 Mesón Mariano
C/ Granados (Junto Plaza Uncibay) Málaga
Tel. 952 21 18 99

1 comentario:

  1. Me gusta la cocina y me gusta aprender......vendré a visitarte.....gusto en haberte conocido!!!

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