jueves, 1 de enero de 2015

Autocrítica gustosa de la cena de fin de año

Tengo ganas de cocinar. Llevo unos meses con un nuevo impulso culinario y creo que este año que empieza voy a dedicar más tiempo a la investigación gastronómica, incluso estoy pensando en animarme con algún cursito que vaya almohadillando mis numerosas lagunas. ¿Qué tal uno de sommelier para empezar? Me apetece mucho aprender de vinos más allá de la cata y la intuición del paladar. Así que a ver si encuentro uno asequible y os puedo ir contando.
También tengo la intención de ampliar la actividad de este blog y hacerlo más apetitoso.
Me estreno con esta autocrítica de la cena que preparé para Nochevieja compartiendo recetas que escogí del blog de Mikel Iturriaga y Mónica Escudero, El comidista.
Lo primero que tenía que tener en cuenta es que la casa en la que cocino esa noche no tiene horno, hay pocos utensilios de cocina y, por supuesto, no ha visto una thermomix ni de lejos, así que hay que adaptarse y elegir un menú factible ;)

En este Especial Navidad encuentro muchas propuestas que encajan con estas posibilidades así que me pongo manos a la obra y el menú resultante es el siguiente:
mejillones al currry, humeantaes y sonrientes
Empezamos con unos mejillones al curry . Como no encuentro curry rojo los preparo con el curry común, el que hay en la despensa. Es un plato sencillísimo, que lo único que tiene de laborioso es el ratito de limpiar los mejillones, el resto, chupado, y el resultado, brillante. Me gusta la idea de tostar a fuego lento la mantequilla porque el sabor se intensifica y les da un puntito ahumado muy interesante. La única variación que hice de la receta original fue la de añadir unas escamitas de sal a los mejillones una vez abiertos al vapor. Esta receta me la guardo por lo resultona y esa mezcla de recuerdo al mejillón de bruselas, pero con el toque oriental de la mezcla de especias asiática.

A continuación un par de bolitas de queso azul y manzana, unas croquetas con tropezones poco comunes: orejones de manzana, queso azul de auvergne y almendra tostada salada. En la receta el queso es cabrales, pero lo sustituí por este azul que teníamos en el frigo.
la preparación para la bolitas de queso y manzana
Me gustó mucho la combinación de sabores y el crujiente de la almendra, para conseguirlo, lo mejor es no triturarla mucho y que se noten los trocitos. Como salen bastantes, tendremos algunas para congelar ya formadas e irlas sacando y friendo cuando nos apetezca. La verdad es que se trata de un aperitivo muy agradable y, para ser una croquetita, da bastante juego.

Contiuamos con un ceviche de langostinos basado en el ceviche de gamba roja con aguacate y mango. Ahí pinché. Ya le había preguntado a @mikeliturriaga si podía susituir la gamba por el langostino. Me contestó que tranquilamente, pero mi fallo fue que sólo corté los langostinos en dos trozos, pero eran demasiado gruesos y los ácidos de la lima no fueron suficiente para que se cociera el marisco, así que estaban muy crudos y la textura era francamente desagradable. Tenía que haberlos laminado o cortado en trocitos más pequeños, así que, aunque la guarnición estaba buena, este plato no tuvo ningún éxito. No lo he tirado y voy a intentar reciclarlo blanqueando un poco los langostinos en agua hirviendo.
qué penita, porque de color estaba estupendo!

De eliminar el mal sabor de boca tenía que ocuparse el siguiente plato: salmón marinado con ginebra. Miedo me daba porque también se trataba de un experimento nuevo para mí. Ya había marinado salmón antes, pero nunca con ginebra y esperaba que el alcohol no se hubiese apropiado del gusto del pescado con demasiada agresividad. El olorcito que desprendía mientras se estaba llevando a cabo la alquimia me había traído buenos presagios, pero había que probarlo para comprobar el resultado final.




...Y fue delicioso. El salmón había cogido un gusto exquisito, muy aromático y nada alcohólico. La salsa de yogur le iba a la perfección, sólo cambié el cebollino fresco por eneldo, el resto, como en la receta. Si os parece complicado lo de convertir un trozo de salmón fresco en un sugerente marinado atreveos con esto, vais a flipar. Ah, importante las bayas de enebro, le aportan una fragancia brutal. Son fáciles de encontrar en el súper porque ahora están muy de moda para los gin tonics.

Tras este variadito de entrantes, el plato principal, también nuevo en mi cocina: conejo en pepitoria.
Me encanta el conejo, ya otro día os cuento lo ancestral de esta inclinación, y el pollo en pepitoria de mi madre es una institución, pero conejo en pepitoria era una combinación que no se me hubiese ocurrido. Un año, estando también aquí en Tenerife lo hice en salmorejo, una receta que, a pesar de compartir nombre nada tiene que ver con el salmorejo cordobés   y que me pareció, como dicen por aquí "muy gustosito".

Éste en pepitoria, que había preparado el día anterior para que cogiese bien el sabor, estaba bueno, pero, la verdad, sigo prefiriendo la pepitoria de pollo y, concretamente, la de mi madre, y es que hay cosas con las que no se puede competir... sobre todo con ésas que forman parte de nuestra memoria culinaria y emocional.

El postre nos alegró definitivamente la noche porque, aparte de rápidas, estas tartaletas de mazapán con yogur griego y crujiente de turrón dan el pego como no os podéis imaginar. No le contéis a nadie lo que se tarda en hacerlas ni lo que llevan y alucinarán de vuestra capacidad repostera.

Mis variaciones sobre la receta original fueron las de cambiar los frutos rojos congelados por otros conservados en zumo de uva, que reduje con la mantequilla y el azúcar, y ponerle un chorrito de miel de caña en vez de miel de abeja. Queda un postre delicado, crujiente, nada empalagoso y lleno de toques expresivos.

Acompañamos la cena con un blanco de La Palma que se llama Acertijo y que no reseño porque no nos emocionó el paladar y acabamos con el cava canario Brumas de Ayosa, un brut nature que huele y sabe a fin/principio de año intenso y feliz, el mismo que os deseo desde La salsa de la vida.



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